jueves, 5 de enero de 2012

Divagar por divagar

Voy a dar explicaciones exiguas y poco claras, ya lo advierto. Estoy escribiendo conforme mi subconsciente me dicta y no voy a pedirle un razonamiento transparente de cara al lector. 

A pesar de eso, voy a hacer un inciso contextualizando que todo lo dicho se refiere, en gran parte, al carácter creativo de un servidor, pero que últimamente no hace más que extrapolarse con mala hostia a ésta, mi vida.  Un desgraciado inteligente el arte, no hace más que parecerse a la realidad personal de cada uno.

Mira mamá, está gordo como yo.

Volviendo a lo ininteligible y tediosamente ególatra, no puedo dejar de pensar en un gran porqué a ser resuelto. Ese porqué tan personal con el que luchamos, el que pregunta por lo que expulsamos de nosotros, y la intencionalidad respecto a ello. Ser exageradamente deliberado en las formas, pero saber que quieres huir de ésta actitud. Es un problema común y creo que con una solución bastante idiota, pero difícilmente alcanzable para cualquier "pensador en potencia". Ésta es, por supuesto, la solución de no pensar en ello. Una solución que lanza al azar todo lo posible esperando un resultado espontáneo y fresco. Es utópica, pero muchos aseguran que es realmente efectiva y una gran baza para el éxito creativo -y personal-. Y aun así se contradice con la de muchos otros que afirman basarse en una imitación interiorizada y adaptada de un factor externo. 

¿Existe el talento para el éxito personal y creativo? ¿Es algo que trabajar, o hay que rendirse ante lo innato? Mi opinión sincera es que Dios -hablando de Dios como la naturaleza en su estado más puro e impío- es un bastardo con ganas de molestar a cerebros pensantes con poco genio, o en proceso de conseguir algo de éste. 

Mientras ésta opinión consiga un valor que sé que no tiene, seguiré sin pensar en divagaciones carentes de rumbo. Al menos hasta la próxima entrada.

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