jueves, 21 de octubre de 2010

Crítica de un señor a mi libro

Hoy he terminado de leer Inocencia.

Desde luego, la épica alcanzada en los compases finales de la novela es espectacular y abrumadora. La bruticie que logra consumar es simplemente inmedible, pues supera cualquier obra antes mencionada. Llegado el momento final, te hallas llorando a lágrima viva con lo que un día reíste. Y es que así son los capítulos finales. Lloras, ríes, te emocionas, te sube la adrenalina hasta el mismísimo cielo para luego volver a la realidad. Una realidad que ya no se ve como antes, pues Inocencia altera tu percepción del todo. Te ayuda a ser mejor persona.

Y es que Inocencia no sólo es una historia, es una religión, y esto se debe al insólito gadget extradimensional de corte Baghkiano que nos propone el autor al mencionar un origen del todo tan sumamente grandioso. Y es que los capítulos nueve y diez de la novela son pura crema; un formato totalmente novedoso que se integra con una soltura fortuita en los ires y venires de Mariano Molloso Moroso. Que por cierto, verídicamente es uno de los mejores personajes de la historia de la literatura universal.

Mariano se presenta al principio como el arquetipo de rollizo amostachado con tendencias fascistoides, pero su imagen no tarda en dar un giro inesperado al presentarnos su gran genialidad intelectual y, casi por consiguiente, excentricidad. Porque este personaje ejerce el rol de un niño, con toda su pureza, candidez, ingenuidad e inocencia. Realmente su modus operandi es curioso, casi filosófico, planteándose el porqué de todo en cualquier momento. Mariano, pese a ser aciago y un tanto hijoputesco, actúa con un candor inconmensurable. No tanto como su más malicioso pero zopenco camarada de desventuras, César Barba.

Un personaje sumamente inteligente, pero con unos marchares y modos un tanto obtusos. El doctor Barba es capaz de tropezar cincuenta veces en la misma piedra después de haber descubierto cinco especies nuevas de saurio. Y así es él, descrito por el genial Whitestreak, "una mente superior, encerrada en un cuerpo enfermizamente endeble, con la actitud de una niña roñosa de siete años". Clavado.

Y ahí no termina la cosa, pues los demás personajes no se quedan cortos en ningún momento. Edgar, el religioso monstruo deforme interdimensional fan del heavy metal cubierto de tumores. Benjamín, el aburrido señor de la fábrica de cajas, ávido lector de la Muy Interesante. O Ambaya, el remilgo con afanes heróicos.

Todo sin dejar de lado el frente enemigo. Horse God, el villano silencioso y misterioso con un extraño poder fálico-arcano o el Cónsul, un pervertido híbrido cerdo-humano que violó a su propia hija. Y no nos olvidemos de Baghkä II, creador total del todo y alimentado por la locura durante su soledad en el auténtico centro del Universo.

Definitivamente, de Inocencia se pueden decir muchas cosas, pero es más fácil hacer una frase. La mejor novela de la literatura mundial y posiblemente, universal. No será superada nunca.



Larga vida a Mariano.

Podéis leer Inocencia y otras historias aquí.


Inocencia terminará en Enero de 2011.

Trailer de Inocencia:

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