jueves, 23 de septiembre de 2010

Mass Effect: un modelo a seguir



Cada generación de videojuegos regala, al menos, un mito. Un juego que marca. Y creo, sinceramente, que en la actual, Bioware se llevan la palma con su nueva saga, Mass Effect. Mass Effect es una mezcla entre shooter y RPG con una historia totalmente inspiradora. Y es que han conseguido crear un universo con toques de Star Wars, Star Trek y mil sagas más, pero consiguiendo algo que no se consigue fácilmente hoy día. Una identidad. Una personalidad propia, y todo es por las ganas de Bioware por hacer algo fresco y original. Es un universo muy, muy profundo, con mil historias secundarias y planetas por recorrer.


Hasta día de hoy, se han editado dos juegos de la saga (y se espera un tercero para 2011), Mass Effect y Mass Effect 2. Este segundo se lleva la palma. A pesar de estar más enfocado a la acción que el primero (lo cual despertó duras críticas del sector más rolero), supera con creces a este. Primero, en la historia. Al jugarlo sientes que el primero (que ya era una maravilla) era una introducción a la gran Space Opera que es el segundo. Porque, además de los personajes antiguos, se unen algunos nuevos que no solo están a la altura, si no que son bastante más complejos que en el primero. Y ahí entramos en otra de las grandes virtudes de estos juegos. Los personajes.


Los personajes de Mass Effect están realmente vivos, parecen personas reales y reaccionan como tal a tus decisiones. En el segundo juego, hay veces en las que las decisiones respecto a ellos pueden ser bastante duras. Ya sea por conveniencia o por cariño, muchas veces te verás en un apuro al tener que decidir entre un personaje y otro. Y es que sus relaciones son casi reales.


Otra de las virtudes de este juego es que, al terminar el primero, tienes la opción de importar el personaje de este al segundo juego y empezar teniendo en cuenta todas las decisiones que tomaste en el primer título. Y siendo Mass Effect un juego de decisiones, de tomar un camino y ser fiel a él, es un punto muy, muy considerable. Esperemos que en la tercera entrega también se pueda hacer esto, ya que el segundo está aún más enfocado a las decisiones que el primero.


Porque en Mass Effect 2, el final cambia drásticamente dependiento de lo que hayas hecho en el juego. Aquí no vale todo, cada acción tiene una reacción. Ya sea del entorno, de los personajes, lo que sea. Y está tan reflejado en este segundo título que ni me puedo imaginar la titánica labor que llevarían a cabo los desarrolladores. Pero eso no me extraña nada. Los de Bioware han invertido todo en su criatura. Empezando por una banda sonora increíble (Jack Wall es, sencillamente, un Dios), un doblaje de cine (literalmente, muchos de los actores de doblaje del videojuego son actores de películas, entre ellos Carrie Anne-Moss, de Matrix) y una historia a la altura de las circunstancias.


Todo esto, aderezado de un motor gráfico sobresaliente. Porque los rostros, las expresiones y la vida que derrochan los personajes digitales de Mass Effect parecen de una película. Totalmente fuera de serie. Y además, el diseño de escenarios y otras cosas ayuda muchísimo a la inmersión en este.


En definitiva, Bioware, con Mass Effect, ha logrado crear una saga de videojuegos que dará muchísimo de sí. Y si no, tiempo al tiempo.

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