martes, 21 de septiembre de 2010

Mil soles de calidad

Un grupo no puede tomar nuevos caminos. Al menos, esa es la opinión de muchos. Y es que desde que salió al mercado el último trabajo de Linkin Park, A Thousand Suns, no han dejado de salir voces atacando el nuevo rumbo que ha tomado la banda. Porque A Thousand Suns no tiene nada que ver con Meteora, Hybrid Theory e incluso Minutes To Midnight. Es algo totalmente diferente, un disco casi electrónico, con toques de rap y rock muy suave. Pero no por ello carece de calidad.



A Thousand Suns es un álbum vivo, con alma, hecho desde el corazón. Cada canción cuenta algo diferente, todo acompañado de un optimismo y una alegría bastante motivantes. Quince tracks y solo nueve canciones en sí. Muchísimas introducciones y transiciones en un disco que se intuye que es conceptual. Me ha recordado bastante a The Resistance de Muse. Linkin Park han hecho un disco a su gusto, no para todos los públicos. Muchos de los fans de la primera etapa se quejarán, y no les puedo decir nada. Han cambiado totalmente de estilo y puedo comprender perfectamente que este cambio no sea lo que buscan en Linkin Park. Ahora, eso sí, no pueden insinuar que le falta buen hacer al lanzamiento.



Las melodías vocales están trabajadísimas, con un Chester en plenísima forma y un Mike inmejorable. El trabajo de este último se agradece mucho, pues en el anterior disco apenas había pasajes rapeados. La labor del primero es titánica. Consigue que cada melodía quede grabada en el alma, y es que no le sobra alma a cada nota del disco porque, lo repito otra vez, es disco hecho desde el corazón.


Al imaginarme el proceso creativo del mismo no puedo evitar imaginarme una libertad total. No creo que hayan pensado mucho qué querían hacer, pues cada canción tiene un estilo y dinámica totalmente distinta. No creo que buscaran un sonido en concreto, y eso, la verdad, me parece fantástico estando en la década de las etiquetas.

Aquí tenemos el primer single, prueba del cambio de rumbo que ha tomado la banda:



No puedo evitar sentir nostalgia por los antiguos Linkin Park, eso es innegable. Echo tremendamente de menos esos temas con guitarras machaconas, estribillos desgarrados, Chester gritando y una batería demoledora. Y es más, la primera impresión me dejó con las ganas de escuchar ese estilo, aunque fuera un poquito. Pero no quiero engañarme porque, siendo objetivo, esta gente ha hecho un trabajo titánico, que estoy seguro les ha costado sudor y sangre finalizarlo definitivamente. Aquí tenemos creatividad y frescura en su máxima expresión, temas salidos de lo más profundo del alma. Melodías que revitalizan. Puro sentimiento en forma de música. Teniendo eso, ¿qué diablos importa que hayan cambiado de estilo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario